jueves, 29 de diciembre de 2011

Ejército enemigo

Alberto Olmos
Mondadori. Barcelona, 2011.
279 páginas. 19,90 euros.

Ejército enemigo es una novela provocadora, valiente y transgresora. Y lo es tanto por el fondo de los temas que plantea Alberto Olmos (Segovia, 1975), en cuyo abordaje se desmarca radicalmente del discurso dominante, como por la potencia de su voz narrativa, que el autor arma apoyándose aquí en el relato en primera persona de Santiago, su protagonista, entreverado con entradas de su diario, sms, correos electrónicos y citas de autores como Jack London, Coetzee o Tolstoi. Todo ello encarrila la acción y define al personaje, un publicista de 35 años “adicto al fracaso”, racista, solitario, cínico rabioso, sórdido, aficionado a la pornografía… “Un hijo de puta desencantado”, según descripción del propio autor, quien, tras el asesinato de su amigo Daniel en un descampado, recibe una curiosa herencia. Un sobre en el que Daniel le rebela la contraseña de su correo electrónico, que le abre la puerta a veintitrés mil mensajes de “vida virtual” a través de los cuales intentará reconstruir su “vida real” y las circunstancias de su fallecimiento.

Durante todo un año Santiago se dedica a “violar la intimidad de un muerto” en una pesquisa “vagamente entretenida, vagamente justiciera” en torno a la que se estructura una trama vagamente consistente durante las primeras cien páginas, pero que luego pierde su capacidad de persuasión quizá porque a Olmos le interesa menos construir un argumento detectivesco sólido que zarandear al lector con ideas revulsivas, enunciadas con la contundencia de un ladrillazo en mitad de la frente. Santiago sostiene que “la solidaridad ha fracasado”. Que después de “veinte años  de sobredosis de: ongs, asociaciones, consignas, reportajes, películas, libros, líderes, responsables, panfletos, manifestaciones, carteles, camisetas, partidas, cumbres, conferencias, simposios, conversaciones, concienciaciones… resulta que todo sigue estable en el desastre”. Que la solidaridad que practicaba su amigo muerto “no era más que una forma de ocio, como ir al fútbol los domingos”.  Una simulación.  Un simulacro.

Pero más allá de la crítica feroz y superficial a “la gran burbuja de la solidaridad”, el gran tema que subyace en la novela es el de la renuncia al valor de la intimidad en nuestro tiempo. Así, ayudar a los demás ya no es algo privado, “una acción que a uno le cueste algo”, sino un ingrediente más de las campañas de marketing, que se dirime haciendo “clic en una de esas payasadas de red social” o yendo a un concierto. Y el sexo, que Olmos muestra sin tapujos, ya no es una experiencia íntima, sino pública desde “internet mató la intimidad” y lo convirtió en un producto más de consumo on-line.



Alberto Olmos. © Asís G. Ayerbe
Alberto Olmos es uno de esos autores que no deja indiferente a nadie. Suscita amores intensos y odios desaforados. Yo me encuentro entre las seducidas por su diferencia, por su voluntad de polemizar con el lector. Si tengo que alistarme en algún bando será, sin duda, en el del Ejército enemigo.

Si quieres saber más sobre el autor, echa un vistazo a sus blogs: Hikikomori y Lector mal-herido.

1 comentarios:

Armenteros dijo...

Ummmmm. Suena interesante.