jueves, 8 de noviembre de 2012

¿De dónde nacen los cuentos?

Omar Prego, escritor y periodista uruguayo, entrevistó en 1982 a Julio CortázarLa fascinación de las palabras reproduce las charlas sin fronteras entre los dos amigos, en las que el autor argentino ahonda en su literatura y su estética. En los fragmentos que reproduzco a continuación, Cortázar habla de dónde nacen los cuentos y su esencia más bien esférica:

“Yo diría que, en general, hay una imagen o una serie de imágenes, un momento de vida en que puede haber no sólo una figura y manchas de sangre, sino que puede haber un desplazamiento de personas, puede ser incluso una escena bastante animada en que aparezcan diversas personas no identificadas pero que yo estoy viendo.


Hay eso, en efecto, como primer motor. Pero hay más que eso. Eso no es solamente una imagen: es una imagen profundamente cargada de algo que yo no sé qué es. Es una imagen diferente de cualquier otra imagen. Yo puedo haber estado imaginando montones de cosas, como nos sucede en los momentos de distracción; las imágenes pasan y desaparecen. Pero de golpe, cada tanto, hay una que, por decirlo así, se fija un poco más que las otras. Porque contiene una incitación, una carga. Hay un misterio, hay algo que yo tengo que descubrir de esa imagen. Y eso es lo que va a dar el cuento. En el fondo, el cuento es la pesquisa, la pesquisa que lleva al esclarecimiento total de la situación”.

“[…] otra constante (vamos a usar la palabra) de muchísimos de mis cuentos […] es el elemento onírico. ‹‹Casa tomada›› fue una pesadilla. Yo soñé ‹‹Casa tomada››. La única diferencia entre lo soñado y el cuento es que en la pesadilla yo estaba solo. Yo estaba en una casa que es exactamente la casa que se describe en el cuento, se veía con muchos detalles, y en un momento dado escuché los ruidos por el lado de la cocina y cerré la puerta y retrocedí. Es decir, asumí la misma actitud de los hermanos […]. Yo estimo que hay un buen veinte por ciento de mis cuentos que ha surgido de pesadillas”.

“[…] Yo lo veo un poco como una forma platónica, una forma pura. Es decir, el símbolo, la metáfora del perfecto cuento es la esfera, esa forma en la que no sobra nada, que se envuelve a sí misma de una manera total, en la que no hay la menor diferencia de volumen, porque en ese caso sería ya otra cosa, no ya una esfera.
Siempre sentí el cuento como un recipiente inexistente, porque antes de escribir el cuento no hay ningún recipiente. Pero yo sabía que al terminar, el punto final del cuento tenía que cerrar esa noción de esfera. Que, te repito, es simplemente una metáfora. Podía también ser un cubo; de todas maneras una forma acabada. Una pirámide, por ejemplo”.

Citas extraídas de:
La fascinación de las palabras.
Julio Cortázar y Omar Prego Gadea.
Salvat,  2006 (páginas 63-94).


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