lunes, 15 de julio de 2013

El fenómeno del arte literario como signo. Reflexión de estudio


Hoy visita El mono lector una nueva Firma invitada. Hace demasiado calor para preámbulos, así que os dejo con ella. Disfrutad con la lectura:
 
OLGA ÁLVAREZ RUBIO
 
Desde mi adolescencia he preferido ahondar en el conocimiento de una sola fuente de escritos; por eso mi repertorio de lecturas no es realmente ni extenso ni variado. A través de esa única fuente es cómo llego a conocer otras que, de manera explícita o implícita entre líneas, quedan sugeridas en el texto, y solo ocasionalmente por el criterio de una fuerza externa.

En algún punto de mi trayectoria de lectora he sentido un encuentro con una obra escrita determinante para el desarrollo de mi personalidad. El artífice de dicha obra se hacía cómplice de mi desarrollo intelectual y, en no pocas ocasiones, emocional; de tal modo que cuando consigo comprender la razón de mi identificación con su escritura, abandono toda reiteración por hábito y comienzo a perseguir únicamente su disfrute.

La influencia de estas lecturas no se detiene en la mera actitud pasiva del receptor, sino que actúa como una fuerza vectorial que me empuja a expresar lo que he asimilado a través de una forma artística, del tipo que sea, pero principalmente la escrita. La consolidación del gusto a través del conocimiento y del disfrute genera el deseo de buscar una forma para expresarlo o manifestarlo. Si la forma de expresión es artística, entonces estamos ante lo que llamo comprensión del acto o hecho artístico: en mi deseo de compartir conocimiento –como para romper mi aislamiento de la realidad— tiendo un puente con el colectivo, mediante una forma tangible que me dé pruebas de que no estoy sola en esa comprensión y, en definitiva, en mi sentir y existir de tal modo artístico.

Esto que acabo de describir en primera persona es lo que llamo en mi estudio el fenómeno del arte literario como signo: un lector de una naturaleza dada, con una inclinación a expresarse a través de la forma artística, expande su capacidad creativa exponencialmente mediante sucesivos encuentros literarios. Tal fenómeno se produce porque en la persona del que escribe, de aquellos que leemos y nos inspiran, conviven dos facetas del individuo, el artista  y  el artesano, que no caminan hacia nosotros con las manos vacías: por una parte está el artista, que es mediador del arte y de la transmisión de herencias culturales mediante su escritura. A través de su autoría, estas herencias se transmiten de manera coherente a su mundo, su pensamiento y su experiencia; por otra parte está el artesano, que es artífice de una obra en la que se soportan herencias culturales comunes a un espacio-tiempo colectivo.

En el conjunto de estas dos facetas el escritor acumula la experiencia cultural que le es necesaria al lector, y en la medida en que una de estas facetas pesa más que la otra en su obra, esta misma tendrá una determinada relevancia para el lector en el desarrollo de su personalidad y de su propia capacidad creativa.
 

Sobre mí


Me licencié en Filología Inglesa en 1990 por la Universidad Complutense de Madrid. Completé los cursos de Doctorado en Lingüística en 1993. Mi vida laboral y privada no me permitieron realizar la tesis hasta el 2011, momento en el que encontré un tema lo suficientemente envolvente como para acometer la tarea de escribir un libro que encerrase mi verdadera pasión por la lectura y escritura, y viceversa. Actualmente realizo la tesis por la Facultad de Periodismo de la UCM. Mientras tanto, desde el 2004, he combinado mis tareas como profesora de inglés, traductora y editora de mi propia cosecha. De todo ello he aprendido y de todo ello espero seguir aprendiendo.
 
 

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